Agustín
Blanco - Núcleo de cenizas (interpretación libre)
Describir todos los mundos que se cruzan en
ti, todos los cielos de paramos, paraísos, selvas y sabanas, con los mares que
reflejan tus ojos, ese volcán que se inicia y concluye en tu piel
Dedicado a la chica a la que cara a cara sabe
que me quedo mayormente en silencio
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Aire
La claridad más arriesgada decora con
pulcritud de milenios el sueño de una oscuridad desvaneciente, algo como un
renacer del volumen surge del resplandor entre la luz y la forma, somos apenas
una veraz consistencia cedida por el momento, que en consecuencia nos arrastra
y libera, hay una placidez que choca con sucesivas sombras que persisten en su
fugacidad y abandono.
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Del tono verde a la pureza de las dunas, del
paisaje total de bosques y barrancos a la ausencia parcial en la montaña, nada
como sucumbir a la noche bajo el remanso de la paz fundida en el recogimiento
interior
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de la profunda noche la mirada se clava en un cielo solemne de acogida, entre
paredes de inaccesible roca perfila el silencio la tenue llamada de lo oculto
mientras nos hundimos en el ansia de surcar el otro lado de la oscuridad,
expectante intento de ahondar en la novedosa sombra de lo desconocido
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Polvo encendido sobre la llama desierta hasta
el paisaje accidentado que exhibe una inmensidad de palmeras donde el agua
brota desde la piedra dejando un oasis de naturaleza atípica, dunas sucedidas incansables
con la tarde, hasta confundirnos en la fantasía tangible y real de este ensueño
que es la vida
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Lentamente la mañana se posa sobre la arena
bañada de nostalgia en el tiempo que se adormece en su manto milenario de
silencio, el cielo se inunda de luz, relegado a las estrellas de la noche, la
brisa bosteza entre las montañas a lo lejos, la esperanza del último descanso
al final fatigoso de los días que no salen del asombro
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Muy lejos de tu mirada el horizonte despide
los destellos del final de otro día mientras el sol ensombrece las dunas del
ocaso pincelando el momento del sueño, en la frialdad del paisaje, abandonado y
con caprichosa indiferencia de mi presencia, comparando el frio surgido de la
noche con el calor de tus labios otrora tiempos lejanos, perdido ante la
maravillosa ruina del silencio, sin voces que al apagarse el día te traigan
conversaciones esperanzadas del existir
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Los ojos sumergidos en horizontes sin
frontera, tan veloz es la marcha del polvo apenas recogido sin ganas, en el
aire sin entrega que da paso a la calmada tierra, todo es sucesión inalterada y
mágica de momentos únicos pero repetidos que atrapa voluntades y entusiasmos,
dejando desiertos a la ansia y el deseo
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Contemplar el atardecer hasta el límite del
ocaso viendo el sol luego amanecer de nuevo con la inocencia del recuerdo y
llenar de pensamientos el paisaje avistado en el momento intimo antes de que lo
devore el tiempo que pasa rápido al olvido
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Ver correr el agua entre las manos queriendo
atrapar al elemento, acercar la mañana a los sentimientos madrugadores mientras
las flores se exhiben respuesta de su resplandor, cuando el sol te dirija su luz y tengas que apartar la
mirada ya será inaccesible completar el conocimiento que te aguardaba, luego ya
acariciara el siguiente extremo con el rumor que se irá extinguiendo
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Es hora de la meditación, el rezo, la
confesión que se oye entre los matorrales oscuros, de la voz que reclama
recogimiento, es tiempo de acoger las manos que solo piden una cálida amistad
ante la agonía pasada sufrida del día a día
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Fuego
Su cuerpo entre mis brazos, la fugacidad
floreciendo en el deseo al tiempo que se extingue
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Ni tan cerca que evites mi mirada, ni
demasiado lejos que yo olvide la tuya
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Con el infierno en tu boca, con el invierno
en tu ausencia, volver a descansar sobre tu piel oscurecida bajo la sal
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Amar en lento presente, y otra vez acortar la
distancia que separa del delirio
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Avanza incontenible el atardecer sobre la
piel sin reposo ni agua, sombras y luces sucesivas sobreviven al gozo de
esparcidos pétalos instantáneos
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Su apariencia frágil escapa de mis manos como
agua que fluye
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Ese adiós rotundo cegó la posibilidad
asilvestrada de la rosa
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No te añoro, te recuerdo, no te olvido, te
quiero, aunque no sepa describir al querer
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El sol duda un instante mientras se despereza
y levanta sobre la bruma, tú ya estarás lejos
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Déjame descansar ahora sobre este segundo
efímero con el deseo suave que pasa a la esperanza de una estrella que cae
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Enmarcado en su fuego el sol reflejaba en la
planicie húmeda del amanecer otro día sin ti
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Las manos se definen ilimitadas acariciando
la escena, la música las eleva y recoge en un inacabable preámbulo de emociones,
transmiten inagotables toda la fuerza del deseo consistente, recorrido por la
piel
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Bajaste la escalera aquella mañana que no
supe que era la última, para perderte definitivamente en la neblina
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Tierra
…permanezco esperando un milagro…
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Brindemos con la profundidad de las
despedidas al igual que en los reencuentros, gocemos en la quietud del momento más
nuestro, la inocencia estrenada del amanecer
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Gozando de su frescura infatigable y
sufriendo su voraz desasosiego, como el tiempo disponible cada vez más efímero
y especial
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la creciente desnudez de su añorada cima, frondosas y diminutas florecillas
soportan la agonía de lo perecedero, cada árbol se prepara en su progreso
interior esperanzado en la leal memoria de su savia
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La línea de horizonte difumina tibiamente el ánimo
amanecido
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Hay nubes imprecisas acomodadas a la
fugacidad del instante, la mirada pincela el entorno de piel abandonándose a la
vaguedad de las sombras
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Fúndete en la agonica desnudez del segundo
que te elige
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Creo en el desenfoque de un agua apacible que
no distraiga la atención hacia el instante buscado
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Entra la luz que inunda los ojos ahora que
próximo a la superficie me elevo con el intacto anhelo de los esperanzados por
vivir, todo me parece fascinante sin fronteras en la simiente de pasión
refrenada, toda paradisiaca sucesión de expectativas a través del velo
inmaculado del deseo
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Entra la luz y ciega la esperanza
acostumbrada a la oscuridad sin límite, solo el instante justo para que el amor
florezca en la remota posibilidad, elección que no cambia el hecho
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La luna tímida aun va iniciando su reflejo de
anunciada noche, el agua se funde con el cielo en un horizonte cercado por la
neblina, las flores renacidas en los primeros albores de ningún otro día
coronaran el principio de roca que emerge de un mar sin precipicios
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En este paisaje ajeno a lo cotidiano me
acerco hasta las olas, mar de mis silencios, desnudo al viento, disculpo mis
ausencias, busco en la profundidad de su regazo algo que me está vedado
conocer, la soledad agonica de tus hostilidades, reparo en los misterios del
poniente y en los amargos letargos del levante, rebrotan inhóspitos recuerdos
cada vez menos míos y más de la inmovilidad del tiempo
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Un azul hielo recorre la escena y la voz
invitada al susurro rocoso reviste este paréntesis de falsa nada, quizá sugiera
lo que el invierno ha condenado a sobria belleza
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Las manos desenfocan el jugueteo del cabello
hasta dar movimiento a la escena, un contraluz filtrado entre visillos favorece
la penumbra sugiriendo un entorno mas etéreo, la línea amorosa ahora
perceptible complementa la pureza de la imagen, una lagrima que indiscreta
discurre por la el objetivo de la cámara
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Agua
Vine del aire a la ambigüedad del agua para
entrar otra vez en la plenitud de tu sombra
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Apilados frente al fuego persisten en tu
memoria los recuerdos como aroma del rocío que despide en la mañana las pisadas
de la adolescencia perdida entre las tinieblas, antes del rompimiento solo
agoniza la espera
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Que el momento sea amplio y no pobre en
rigores, que nada importune esta esperada resurrección, que el recuerdo
desanide lo aprendido, que todo esfuerzo valga para hacer que se rinda el
olvido
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Despojarme de llantos y temores frente a la
iluminación que evito en la diaria transición, donde si espero verte, más
espero continuidad al acariciar el animo
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Destierras lo mejor del animo a paramos
inhóspitos y efluvios de desesperanza, labras surcos de llanto inacabable bajo
la decisión de ser lo inesperado, donde hubo dolor, no volvió jamás la frescura
a seducir con la cara de la inocencia
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Vida
delicada
flor entre dos abismos, el limbo y el más allá
Entre el alba y el ocaso el viento conforme
pasa va arrastrando los restos a un lejano rincón, somnoliento en la partida
hacia lo incierto, ya no se recuerda la fugaz existencia en el vientre de una
mujer ya desconocida
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Suena ese rio que se encierra en el infierno
presente, espero volverá la luz que enmarca la certeza ante mis ojos, todo lo
demás es eterna duda
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Se encerrara la plenitud inexorable del
perfecto silencio y el voraz abandono
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Suave velo, como susurro, hiela la esperanza,
se posa en cada átomo y no cesa hasta animar el beso de la vida
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La brisa le iba cubriendo con el frescor de
la escarcha
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Cuando el llanto ofrece sin fronteras esa
suave frescura encarcelada en el sueño, todo queda invadido en el océano de los
recuerdos
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Llueve sobre la piel reseca en la tierra, a
merced del calor veraniego, la lluvia se precipita sin cesar sabiéndose
perecedera, las horas han recobrado esa salvaje apariencia, ausente de vestigio
humano alguno
FIN, originalmente escrito en 2004